La alquimia tiene antecedentes muy antiguos dentro de la civilización china y estuvo muy tempranamente relacionada con la cosmovisión, la salud y las aplicaciones terapéuticas. Es así, como es posible encontrar referencias a estas prácticas en textos clásicos como el I Ching y el tratado sobre Medicina Tradicional China del Emperador Amarillo Huan Di Nei Jing. Además existe una vasta literatura sobre el arte amatorio de la que prácticamente la mayoría esta orientada a difundir la alquimia sexual taoísta. El trabajo de Robert Van Gulik La Vida Sexual en la Antigua China, da cuenta magistralmente de lo mejor de esta literatura, entre las que destacan las conversaciones de la Muchacha Sencilla con el Emperador Amarillo. Estos dos personajes míticos se repiten en innumerables textos, en los que la Muchacha Sencilla enseña al Emperador Amarillo las artes de alcoba.
En libros de edición más contemporánea como El Secreto de la Flor de Oro o el de Zao Bichen (1900) encontramos una excelente presentación del proceso alquímico. En éste, el objetivo consiste en formar un cuerpo de espíritu de carácter inmortal a partir de la reabsorción de la energía seminal.
Para comprender este proceso es necesario referirse a algunos aspectos de la cosmovisión china. En ella la anatomía sugerida en la Medicina Tradicional China difiere radicalmente de la visión occidental. Para ésta la energía o (chi) circula a través de meridianos por todo el organismo. De estos existen 8 denominados meridianos curiosos en los que destacan:
• Canal de Control (o meridiano dumai), que parte del perineo entre el ano y el escroto y asciende por la espalda hasta la nuca desde donde llega a un punto entre la frente y la nariz.
• Canal de función (o meridiano renmai), que parte nuevamente del perineo y asciende por el sector ventral hasta laringe y boca para terminar en un punto entre los ojos.
Junto a los meridianos existen centros o vórtices de energía de los cuales hay tres principales:
• Ni wan, situado en el centro de la cabeza.
• Hua chi, situado debajo del ombligo.
• Hui yin, punto situado en el perineo.
El practicante taoísta para comenzar el proceso debe efectuar un ejercicio denominado pequeña revolución celeste. Este consiste, luego de varios ejercicios preparatorios, en iniciar un ascenso de la energía por el canal de control y un descenso por el canal de función en un flujo circulatorio permanente.
En palabras de Zao Bichen “El arte de acostarse con la mujer consiste en mantener el pene fuertemente cogido con la mano, en no eyacular y hacer que la esencia retorne para reparar el cerebro....” O bien “La técnica para impedir la salida de la esencia consiste, primeramente, en oprimir el punto de la uretra, situado detrás del pene, para evitar la eyaculación y hacer que la esencia suba. Esta cavidad queda obstruida por la presión y los canales de función y control entran por ello en comunicación por abajo. Cuando la esencia ya no puede salir, hay que hacerla subir y establecer la circulación circular en los dos canales de función y control. Para ello, hay que realizar un trabajo mental acompañado de una respiración rítmica: se trata de la pequeña revolución celeste”.
Una vez que la energía ha comenzado a circular se forma un embrión de espíritu que se desarrollará durante 10 meses; este proceso debe ser acompañado de la práctica de respiración embrionaria. Durante este periodo se experimentan diversos cambios fisiológicos, según Zao Bichen “... en el cuarto o quinto mes del mantenimiento del embrión, el apetito disminuye y desaparece. Al cabo del sexto o séptimo mes no se tiene sueño y hacia el noveno mes la respiración nasal y la circulación del aliento interno por los meridianos se detiene. Se está entonces dotado de los seis poderes sobrenaturales tal y como han sido definidos en el budismo”. Existe, sin embargo, una advertencia que nos hace el autor “Solamente si no se utilizan estos poderes se los puede transformar en sabiduría y pasar a la tercera etapa: el desarrollo del embrión inmortal”.
En esta etapa ocurre el nacimiento el embrión, él que surge por el campo de cinabrio superior en la parte superior de la cabeza. Este cuerpo de espíritu debe ser alimentado y cuidado durante un tiempo, venciendo tentaciones y estados alterados de percepción de la realidad, que pueden conducir a fases de profunda alteración psicológica. Superada esta etapa se entra en una dimensión espiritual que permite la unión con el Tao.
En libros de edición más contemporánea como El Secreto de la Flor de Oro o el de Zao Bichen (1900) encontramos una excelente presentación del proceso alquímico. En éste, el objetivo consiste en formar un cuerpo de espíritu de carácter inmortal a partir de la reabsorción de la energía seminal.
Para comprender este proceso es necesario referirse a algunos aspectos de la cosmovisión china. En ella la anatomía sugerida en la Medicina Tradicional China difiere radicalmente de la visión occidental. Para ésta la energía o (chi) circula a través de meridianos por todo el organismo. De estos existen 8 denominados meridianos curiosos en los que destacan:
• Canal de Control (o meridiano dumai), que parte del perineo entre el ano y el escroto y asciende por la espalda hasta la nuca desde donde llega a un punto entre la frente y la nariz.
• Canal de función (o meridiano renmai), que parte nuevamente del perineo y asciende por el sector ventral hasta laringe y boca para terminar en un punto entre los ojos.
Junto a los meridianos existen centros o vórtices de energía de los cuales hay tres principales:
• Ni wan, situado en el centro de la cabeza.
• Hua chi, situado debajo del ombligo.
• Hui yin, punto situado en el perineo.
El practicante taoísta para comenzar el proceso debe efectuar un ejercicio denominado pequeña revolución celeste. Este consiste, luego de varios ejercicios preparatorios, en iniciar un ascenso de la energía por el canal de control y un descenso por el canal de función en un flujo circulatorio permanente.
En palabras de Zao Bichen “El arte de acostarse con la mujer consiste en mantener el pene fuertemente cogido con la mano, en no eyacular y hacer que la esencia retorne para reparar el cerebro....” O bien “La técnica para impedir la salida de la esencia consiste, primeramente, en oprimir el punto de la uretra, situado detrás del pene, para evitar la eyaculación y hacer que la esencia suba. Esta cavidad queda obstruida por la presión y los canales de función y control entran por ello en comunicación por abajo. Cuando la esencia ya no puede salir, hay que hacerla subir y establecer la circulación circular en los dos canales de función y control. Para ello, hay que realizar un trabajo mental acompañado de una respiración rítmica: se trata de la pequeña revolución celeste”.
Una vez que la energía ha comenzado a circular se forma un embrión de espíritu que se desarrollará durante 10 meses; este proceso debe ser acompañado de la práctica de respiración embrionaria. Durante este periodo se experimentan diversos cambios fisiológicos, según Zao Bichen “... en el cuarto o quinto mes del mantenimiento del embrión, el apetito disminuye y desaparece. Al cabo del sexto o séptimo mes no se tiene sueño y hacia el noveno mes la respiración nasal y la circulación del aliento interno por los meridianos se detiene. Se está entonces dotado de los seis poderes sobrenaturales tal y como han sido definidos en el budismo”. Existe, sin embargo, una advertencia que nos hace el autor “Solamente si no se utilizan estos poderes se los puede transformar en sabiduría y pasar a la tercera etapa: el desarrollo del embrión inmortal”.
En esta etapa ocurre el nacimiento el embrión, él que surge por el campo de cinabrio superior en la parte superior de la cabeza. Este cuerpo de espíritu debe ser alimentado y cuidado durante un tiempo, venciendo tentaciones y estados alterados de percepción de la realidad, que pueden conducir a fases de profunda alteración psicológica. Superada esta etapa se entra en una dimensión espiritual que permite la unión con el Tao.
Aportación de Elisenda Gimbernat
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